Adiós souvenirs, adiós gitana...
Madre
mía… cada vez nos quedan menos cosas autóctonas y auténticas. No tengo nada en
contra de la comunidad asiática que ha venido a buscar un futuro mejor en
nuestro país, pero creo sinceramente que, o bien saben defender su trabajo
mejor que nosotros, o es que nuestra cultura es tan valiosa que a todo el mundo
encandila menos al pueblo español, que ni la quiere, ni la valora, ni se
esmera.

Estamos de acuerdo en que las muñequitas en cuestión ya quedaban
un poco… como calificarlo sin ofender… fuera de onda, pero fue el producto
estrella inicial y había que mantenerlas. Mientras, la fábrica hacía frente al progreso incorporando
a sus catálogos todo tipo de elementos decorativos y útiles, de marcado
carácter tradicional español.
Lo cierto, sensiblerías y gustos aparte, es que de nada le han servido
tampoco, ni al empresario fundador de ‘Muñecas Marín’, José Marín Verdugo, ni a sus descendientes en la empresa, la Medalla al Mérito de Trabajo que el Gobierno de España le impuso en el año
1976, o la obtención del ‘Primer Premio
Mundial de Muñequería Artística en Cracovia’ (Polonia).
Fueron años de bonanza en los que las muñecas se exportaban a
buena parte del mundo, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido…
llegando a fabricar del orden de 350.000 unidades al año. De tal envergadura
fue la fama que alcanzó la muñeca fabricada y pintada a mano, y ataviada con el
típico traje de flamenca, que en la localidad gaditana donde fue creada, Chiclana de la Frontera, existe un museo
dedicado a ellas.
Para los más nostálgicos como yo os dejo el enlace a su web, mientras no la cierren también.
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