Hablando de terroir

Mucha, rica y variada es la palabrería que rodea al mundo del vino. Dentro de esos conceptos encontramos algunos que se ponen más o menos de moda mientras otros aparecen para caer pronto en el olvido sin dejar rastro, quizá, por ser estos poco importantes. No es ese el caso del concepto Terroir, que por su seriedad e importancia sigue apareciendo de manera habitual.

¿Qué es terroir? En términos simples, podríamos decir que trata sobre cómo afectan (a la calidad y el sabor del vino que allí se produce) la relación existente entre el suelo y su topografía, el clima y la mano del hombre. Como ejemplo diremos que de una interrelación feliz entre seres humanos y terreno obtendremos como producto un excelente vino, mientras que los vinos masivos serán el producto final de una interrelación aburrida y rutinaria.

Ahora bien, hemos de tener en cuenta también que el clima influye por sí mismo, obteniendo a partir de este un punto de partida sobre el que se desarrollará la relación anteriormente mencionada. Un clima frío dará uvas más ricas en acidez y poco dulces de las cuales obtendremos vinos más refrescantes. Un clima más caluroso propiciará la obtención de vinos más generosos en cuanto a dulzor.

En suelos fértiles la producción es mayor, lo que implica que los sabores estén menos concentrados, al contrario de suelos con menor índice de fertilidad en cuyo caso obtendremos vinos de sabores más potentes. Para terminar diremos que también el tipo de piedras que conforman los suelos, así como la inclinación u orientación hacia el sol determinarán el tipo de terroir de que estaremos hablando.

A estar alturas de post seguramente estaréis pensando que el concepto terroir es un concepto que se aplica sólo al vino, pues no, se puede aplicar a cualquier otro producto en el que su sabor esté relacionado con el clima en el que madura. Un ejemplo de ello es el queso Roquefort, cuyo sabor está relacionado con los pastos en que las ovejas comen, las técnicas de producción y el clima en que madura.